La Fuerza de Renacer



LA FUERZA DE RENACER


El ser humano sabe hacer de los obstáculos nuevos caminos porque a la vida le basta el espacio de una grieta para renacer. En esta tarea lo primordial es negarse a asfixiar cuanto de vida podamos alumbrar. Defender, como lo han hecho heroicamente los pueblos ocupados, la tradición que nos dice cuánto de sagrado tiene el hombre. No permitir que se nos desperdicie la gracia de los pequeños momentos de libertad que podemos gozar: una mesa compartida con gente que queremos, unas criaturas a las que demos amparo, una caminata entre los árboles, la gratitud de un abrazo. Un acto de arrojo como saltar de una casa en llamas. Éstos no son hechos racionales, pero no es importante que lo sean, nos salvaremos por los efectos...El mundo nada puede contra un hombre que canta en la miseria.”
Ernesto Sábato (La Resistencia)



Alumbrar la vida, abrazar el asombro. “Negarse a asfixiar cuanto de vida podamos alumbrar” dice mi querido Sábato, con su magia y poesía. La vida que alumbramos nos alumbra a su vez con las luces y sombras que hemos vivido, que hemos elegido vivir este año. 

Se acerca fin de año y abundan los mensajes y deseos de “ Feliz Navidad”, “Felices Fiestas” , “ que tengan un buen 2017”. Nos ilusiona que la mágica noche del 30 al 31, transforme quizás hechos dolorosos que vivimos en algo nuevo y que no queremos que vuelva a pasar. Es una ilusión claro, porque el 2017 vendrá con la vida, con la misma vida que incluye dolores y alegrías. 



Pero es la poderosa ilusión de renacer que nos otorga un poder liberador, una suerte de “exorcismo“ que nos exonerará de todo lo malo y cargará lo que viene de cosas positivas. Esa ilusión nos da permiso para disolver lo que pasó, para dejarlo ir, para soltar las vivencias negativas e ilusionarnos con el posible futuro, con el incierto futuro. Este nuevo año es siempre nuevo, único, siempre es original, irrepetible. NO es “más de lo mismo”, es algo tan nuevo, que su fuerza nos atrae y entusiasma.
La imagen del niño en Navidad, la imagen del recién nacido en pañales, es la imagen del futuro, del blanco futuro que se asoma lleno de vida por vivir. Es anuncio de que lo viejo da paso a lo nuevo, lo viejo queda guardado, se agradece lo vivido y se brinda por lo que  vendrá. Pasaremos del “ojalá se vaya pronto este año”, al “vamos a ver que trae el año nuevo”. Es que lo nuevo por venir, pronto será lo viejo a despedir; así viene siendo y así será. Pero eso no quita la magia del momento y la fuerza de creer en lo nuevo. Más allá de la fe religiosa, precisamos creer; todos somos creyentes de alguna manera. No se puede existir sin valores, sin valorar. Somos creyentes porque creemos en el mundo nuevo, en la esperanza, en el porvenir, en la solidaridad, en el abrazo y la mesa compartida. Creer es saber qué valores nos orientan en la vida y le dan sentido. Hasta el que no cree, cree en algo. Por eso Eco y Martini escribieron aquel libro “En qué creen los que no creen”. Saber con qué valores contamos, nos da fe en lo que viene y nos ayuda a confiar. Los valores se basan en creencias que nos animan, nos ilusionan y hacen que nos entreguemos a lo nuevo para poder volver a darle sentido a nuestra vida. El vacío existencial del que hablaba Viktor Frankl aparece cuando ya no nos afirmamos en nuestras creencias, ya no sabemos que creer, o no queremos creer en nada y caemos en la desidia, la apatía, la falta de interés y curiosidad por el mundo, por el año que viene, o por todo lo que vendrá. Ya no queremos que venga, y por el contrario queremos detener el tiempo para pensar, para poder volver a elegir. Pero como el tiempo no se puede detener, nos obliga a seguir, a decidir, a tomar la mano de quien nos guíe, para vencer al vacío y sacar luz del mismo. Confiar en lo nuevo es abrazar el misterio y abrazar la incertidumbre; es aceptar con calma y recibir con la inocencia del niño lo que vendrá, lo que nosotros haremos que venga. Se celebra el año nuevo en todas partes, cada país y cada familia tiene sus ritos, sus sillas vacías, sus nuevas sillas, el brindis, los pañales nuevos para cambiar. Ritos que contienen símbolos profundos de que la vida sigue, de que vale la alegría brindar, vale la alegría festejar con amigos, con la familia y con los nuevos, porque lo nuevo puede más que lo viejo, la vida puede más que la muerte. Celebrar la vida vivida y la que vendrá, celebrar la fuerza de acercarnos unos a otros, de vivir la felicidad compartida, de abrir la mesa y de creer que es posible un mundo mejor, una casa mejor, una educación mejor, un país mejor. Si, es posible. Alza la copa por este nuevo año, por la esperanza y por las gracias cotidianas que nos iluminan el camino. Que la tendencia de este fin de año sea renacer, sea tendencia al abrazo, tendencia a creer.




A mi ahijada Julia Maria que en esta Navidad nos dio pañales nuevos para cambiar, nuevas esperanzas para construir, nueva vida para cobijar, nuevos sueños para alimentar  y sobretodo porque no recordó que la vida puede más...siempre puede más. 

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